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jueves, 24 de junio de 2010

Crónica

RESPONSABILIDAD DE UN ADULTO EN LOS HOMBROS DE UN PEQUEÑO



Muchas cosas oculta la gente que trabaja en la calle, quien en realidad sabe que pasa en sus vidas, cuánto tiempo trabajan al día, si logran conseguir el dinero para sobrevivir.
Kevin, mejor conocido como “el pollo” es un niño de once años, que se levanta desde muy temprano para arreglar su mochila que no contiene cuadernos, libros o lápices sino trapos jabón y una botella con agujero en la tapa. Camina solo sobre la calle de Platino y atraviesa avenida Congreso de la Unión, avenida muy transitada y peligrosa, pero lo que único que ocupa sus pensamientos, es no regresar en la noche a su casa sin dinero.
Su jornada de trabajo va desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche, once horas de trabajo continuo en el que cualquier descanso representa perdida de dinero y por lo tanto regaños en su casa.
En cuanto llega al corredor que soporta la línea 4 del metro, llena su botella en una llave del jardín y comienza a trabajar. El sabe que solo cuenta con un solo minuto para limpiar los vidrios de los coches que pasan por ese lugar. “A mí no me gusta pedir dinero, eso es robo nada más poniendo tu cara de wey”, dice el pollo.
Cada que cambia el semáforo a rojo corre junto con otros chavos a abordar algún auto con la esperanza de que el conductor permita darle el servicio.
Muchos automovilistas apenas si los ven que corren y ya les ponen cara de enojo y les hacen señas para que no se acerquen. En la cara de Kevin se puede ver su decepción, pero cuando alguno se lo permite él rápida y eficazmente hace lo que el también sabe “limpiar”.
Y así se la pasa todo el día, difícilmente tiene tiempo para comprar algo para comer, o más bien no se permite perder el tiempo de esta manera.
En el breve minuto que el semáforo está en verde el niño platica y bromea con sus compañeros de oficio. Para mí es increíble que alguien con la carga de trabajo que él tiene, todavía le queden ganas de sonreír.

El maltrato y explotación a los niños es cosa de todos los días, salimos a la calle y vemos gran cantidad de niños trabando, para ganar dinero que ni siquiera es para ellos, se lo entregan a sus padres o a cualquier persona que ha decidido utilizarlos.

Nota informativa

¿Quiénes son los dueños de la calle?

En una calle donde sobran automóviles y faltan lugares para estacionarse, ¿es justo que los vecinos pongan troncos, cubetas y todo tipo de objetos para evitar que los demás se estacionen?
Este es uno de los principales problemas que aquejan a la calle de Zimapan en la delegación Venustiano Carranza. Los vecinos se quejan constantemente de que las personas que no tienen automóviles ponen objetos en la vía pública para no permitir que los demás se estacionen.
“¿Acaso es de ellos la calle?”, expresó la señora Georgina Landa al cuestionarle su opinión al respecto. “Es egoísta hacer este tipo de cosas, solo lo hace para molestar”, la mujer que habita en la calle de Zimpan dice que se han creado muchos problemas por esta situación.
Algunas personas como el señor Ricardo Rodríguez creen que el gobierno debería de tomar cartas en el asunto y no permitir que la gente se quiera adueñar de la calle. Sin embargo Carlos Flores uno de los que ha sido criticado por obstruir el estacionamiento dice que “el lugar está enfrente de mi casa así que me pertenece, no veo la razón por la que tanto se quejan”. Dice no importarle la necesidad de la comunidad por los lugares.

Antonia Gonzales afirmó que “la verdad la gente es muy irrespetuosa, por que se tienen que venir a estacionar afuera de mi casa si es propiedad privada. Es por eso que mejor les tapamos el lugar para que aprendan a respetar”. Cuando se le cuestionó en qué le afectaba que se estacionaran si en su casa no cuentan con automóvil, respondió “es mi parte de la calle y no me gusta que estacionen sus coches aquí”

Las disputas por esta situación han ido en aumento ya que no se ha podido llegar a un acuerdo. La última conclusión a la que se llego en una junta vecinal, es que la comunidad mandará un escrito a la delegación para que retiren estos objetos, que muchos han sido clavados al piso. Se espera que el gobierno de una pronta solución para que la calle vuelva a la paz.

viernes, 30 de abril de 2010

CINE


El cine es una de mis más grandes pasiones disfruto de todo lo que se relaciona con él como la fotografía, edición, dirección, producción, ambientación, continuidad, la historia, etc.
La mayor parte de mi tiempo libre lo dedico a ver películas o a investigar la realización de las mismas, me encanta averiguar cómo los directores se las arreglan para lograr sus producciones y siempre aprendo de ellos.
Por estas razones decidí iniciar este blog con un poco de su historia.



El cine, tiene sus orígenes en 1895 en Francia. Cuando los Hermanos Louis y August Lumiere inventan el cinematógrafo.
El cine proyectado en Europa a finales del siglo XIX tenía como objetivo primordial el entretenimiento. Aún con este carácter social del cine, los hermanos Lumiere consideraron al cinematógrafo como un mero espectáculo circense que, según ellos, desaparecería en menos de tres años, lo cual hacía que sus productos fueran sólo imágenes de la realidad cotidiana.

Los primeros filmes, y los más célebres, de estos hermanos galos fueron La llegada del tren a la estación de Lyon, La salida de los obreros de la fábrica, El regador regado y la merienda del bebé. La gente estaba maravillada de poder conocer otras realidades, otras ciudades y costumbres, incluso muy lejanas a la suya propia. Las imágenes de los hermanos Lumiere dieron la vuelta al mundo en menos de dos años y la profecía de su desaparición en el mundo del entretenimiento parecía desvanecerse con gran ímpetu. Sin embargo, el cine no se quedó estático. En Francia apareció uno de los pioneros del séptimo arte, quien gracias a su formación teatral y a su espíritu aventurero le dio al cine una vida que aún hoy mantiene al público al borde de la butaca.

George Meliés, pionero cinematográfico nacido en el seno de una rica familia de fabricantes de zapatos, estudió en París y en Londres, donde aprendió más juegos de magia que comercio, antes de incorporarse a la empresa familiar. Poco después compró el teatro Robert Houdin de París para presentar espectáculos de magia e ilusionismo.

En 1895 Méliès asistió a una de las primeras exhibiciones de los Lumiere y percibió de inmediato las posibilidades de la nueva técnica, y así, mientras los operadores de Lumiere recorrían el mundo en busca de nuevas imágenes documentales, Méliès concebía el cine como una fábrica de ilusiones. Adquirió un proyector en Londres y creó su propia productora, la Star Film. En su casa de Montreuil, cerca de París, construyó el primer estudio cinematográfico; transformó su teatro en una sala de cine; se hizo director, productor, guionista, escenógrafo y actor ocasional y, entre 1896 y 1914, realizó 503 "viajes a través de lo imposible", hechizantes películas de extraordinaria belleza poética y misterio. Su primer largometraje fue L'Affaire Dreyfus (El asunto Dreyfus, 1899), en la que mostraba su preocupación por la realidad política, tras la que ganaría el reconocimiento universal por Viaje a la luna (1902), obra maestra basada en la novela de Julio Verne y en la cual hizo un despliegue innovador.

En aquellos años, del trucaje fotográfico y la técnica fílmica. La gran aportación de Meliés al cine fue eliminar prácticamente el cine documental y crear el cine de ficción, es decir, historias inventadas tomando como uno de los grandes parámetros la realidad. Sin embargo, no en todos los casos la ficción ha estado apegada a la realidad. El cine, al dar el gran salto al mundo de la imaginación, creció en todas las latitudes del mundo en donde se comenzaron a crear filmes basados, por ejemplo en grandes novelas, en hechos reales y que, sin duda, tenían una enorme carga ideológica que el público recibía. En aquellos años las ideas transmitidas por el cine eran básicamente, las ideas del realizador. En Estados Unidos destacó como uno de los grandes pioneros D.W. Griffith, quien entre otras grandes obras maestras realizó El nacimiento de una nación (1915).

Otra de las aportaciones de este cineasta estadunidense fue presentar en una sola cinta (además se habían roto los esquemas de películas con duración de 20 segundos y se filmaban historias de más de una hora) varias historias a la vez, cosa que, a principios del siglo XX, la gente no entendía muy bien. La obra de la a la cual se referencia lleva por título Intolerancia (1916).

George Meliés dio la pauta para cristalizar cualquier idea, le abrió los ojos al mundo y le ofreció un espectáculo que rebasaba los límites de la imaginación. Pero el cine, arte recientemente creado tenía que tomar de otras artes algunos elementos para salir adelante. Se contaban historias basadas en novelas. De aquí que el cine tomó de la literatura las reglas de la narrativa y la dramaturgia; del teatro basó las técnicas de actuación y desarrolló una música acorde a la historia y escrita especialmente para los filmes. Esta música se tocaba en vivo en los teatros o salas especializadas pues antes de 1931 el cine fue silente y carecía de banda sonora.

Lo que más llamaba la atención de esas proyecciones era que la cámara no tenía movimiento alguno y lo que se veía en la pantalla era similar al efecto que tenía el espectador al ver una obra de teatro. Es decir, se montaba una escenario, donde transcurría la acción y enfrente se ponía la cámara de cine la cual fungía como espectador. Lo único que captaba era aquello que se representaba en el tinglado. En Rusia, comenzaron las discusiones en torno a sí se podía separar el cine del teatro y acerca de la forma en que debían adaptarse las obras teatrales al ámbito cinematográfico.

El cineasta y camarógrafo ruso Lev Kuleschov había escrito bastante acerca de la nueva forma de arte que a todo el mundo emocionaba.

“Su gran conquista fue descubrir que se podían modelar las emociones del espectador mediante la yuxtaposición de las imágenes... ( )... si se proyectaba en la pantalla el mismo corte de un rostro inexpresivo, y sobre él distintas imágenes –un niño, un plato de sopa, un ataúd -, el público adaptaba la expresión del rostro a sus propias ideas, a lo que él deseaba ver. También se dio cuenta del poder del cine para disimular, advirtiendo que tanto la disposición del material como la duración de la imagen podían crear emociones realmente muy fuertes para el espectador”(GRAN HISTORIA ILUSTRADA DEL CINE. Vol . 1 SARPE, Madrid 1984. P 83)

Los cineastas rusos post revolucionarios, entre ellos Pudovkin y Einsenstein, tomaron muy en cuenta los descubrimientos de Kuleschov y comenzaron a trabajar en el manejo de imágenes totalmente llenas de sentido ideológico, en este caso de la ideología revolucionaria. Einsenstein, a quien ya se ha mencionado, no sólo rompió el ámbito teatral sino que enfatizó en rostros, manos, cuerpos y objetos captados con la cámara de cine, con el fin de dar una idea más exacta de los sentimientos tanto de los personajes, como de aquellos que realizaban la cinta. El montaje de imágenes y el orden en que se presentaban al público comenzó a marcar lo que ahora conocemos como lenguaje cinematográfico. Incluso, en el aspecto musical, Einsenstein sabía con gran exactitud que nota o melodía correspondía a determinada toma y cual era su objetivo emocional en el público
Al igual que los rusos, cineastas de todo el planeta, principalmente alemanes, franceses, Italianos y estadunidenses se dieron a la tarea de concretar y completar el lenguaje del cine; el lenguaje de las imágenes que posteriormente tomaría la televisión como propio y que, aún en nuestros días no ha podido superar.
Informacíon obternida de "Apreciación cienmatográfica" del profesor Saúl Rosas Rodríguez